TIERRA DE SANGRE: EL TENUE Y AHUECADO VAMPIRISMO
Por MILENIO III
Hay tres tipos de cine formal; el cine de concepto artístico o cine de autor, el cine de género para entretenimiento comercial y el cine de propaganda política y/o cultural. ¿Pero que pasa cuando se dispone en apostar en estos tres aspectos infulando arte, mezclando promoción de marca y las fórmulas mas comunes de género aspirar al taquillazo?
Después de tres años de lanzarse en el circuito latinoamericano, por fin se estrena en las salas mexicanas la cinta chilena Tierra de Sangre la opera prima del realizador de origen chileno James Katz protagonizada por la actriz mexicana cada día mas mediatizada Aislinn Derbez. La apuesta sale airada como un avance aún muy lejano por enaltecer las raigambres culturales latinoamericanas en un producto fílmico de consumo masivo.
La película despunta con un a pareja de norteamericanos (Mark Weiler y Alisha Seaton) que viajan a chile a visitar una finca en el valle central chileno. Al ser recibidos por la dueña (Camila Hiriane) a ambos le son relatados la historia de Maria (Aislinn Derbez), una doncella del siglo XIX que después de la muerte de su padre y que su hermano decide dedicarse a la vida monástica, termina por ser la heredera del Carmenere Chileno, el último viñedo puro y genuino que ha conseguido sobrevivir de las plagas. Al contraer nupcias con Louis (Francisco Pizarro) un terrateniente francés, extraños eventos relacionados con una maldición comienzan a manifestarse. Tras la llegada Etiene (Aurélien Wiik) del conservador hermano de Lois una misteriosa entidad demoniaca y chupasangre entra al acecho en el pueblo y la viña.
El reparto mezcla una dispar combinación entre perfiles y rangos del que destaca el francés Aurélien Wiik como el turbio, lascivo y nefario hermano Etiene , el tibio José Ángel de Tavira no consigue mantener a flote su acento chileno ni los manierismos de monje. De la interpretación de Francisco Pizzaro no hay mucho que destacar mas que su correcta imitación de aristócrata francés y el rango dramático/emotivo de Aislinne Derbez es mínimo y mas bien cumple en articular bien su acento y retratar bien a cámara.
El tono y la consistencia general de la cinta es muy irregular, las partes de humor carecen de chispa, el drama y el romance es muy naive (ingenuo). El subtexto vampírico está débilmente esbozado. La cadencia y el ritmo cae por completo y la emoción climática solo logra disimularse en un tercer acto sobrecargado en un carnaval fantasmal plagado de Deux Ex Machina donde la ejecución de los asesinatos intensos y violentos se nota sumamente auto limitada (y autocensurada) en aras de asegurar una clasificación para audiencia general a nivel internacional.
La poco sostenida trama queda bien ornamentada con un espectacular e impresionista soundtrack de Patrick Kirst que a la menor provocación intensifica el drama y la tensión con una portentosa orquesta sinfónica. Otro de sus puntos fuertes es el diseño de arte y vestuario donde es notable un cuidado en los detalles de ambientación de época (los cortes de cabello son espléndidos).
Con una producción (y postproducción) decente pero de una vistosidad audiovisual hueca y artificiosa, (el recurrente canto sintético de los pajarillos en el campo oscilando en el dolby sourround llega a fastidiar); Tierra de Sangre es una propuesta que ante el poco provecho argumental y de los elementos de realismo fantástico no consigue generar la catarsis necesaria para el público puesto que su despropositada visión y concepto solo se limita a ilustrar una idea vaga de promoción mercantil para la marca de Vinos De Martino sin encargarse de acatar la principal labor que debe hacer el cine; contar un mundo (mas que contar una historia). Ante el afán de aspiración por equipararse al marketing del cine Hollywoodense, el resultado no es muy recomendable, hace falta mucho de la chispa y el toque mágico de otros thrillers contemporáneos de época rebosantes de crimen, misterio, sensualidad y romance pasional como Drácula de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992) La leyenda del Jinete sin Cabeza (Tim Burton, 1999), Desde el Infierno (Albert y Allen Huges, 2000) o El Perfume (Tom Tykwer, 2006). Pero a pesar de quedarse a medias tintas en entregarse como una cinta sólida de género para entretenimiento masivo, sin duda logra provocar curiosidad por conocer y probar el sagrado elixir de un buen vino.
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