Los crímenes de Grindelwald: La deslumbrante repetición del artificio.


POR: MILENIO III



Es impresionante seguir apreciando como el público continúa reaccionando activa, religiosa y emotivamente ante la proyección de una nueva cinta del universo mágico de Harry Potter, pareciera que   estuvieran asistiendo a un concierto de Queen. Y hay que reconocer que el gran mérito de la novelista y ahora actual guionista /show runner de la franquicia J.K Rowling es haberle devuelto a través de sus libros el sentido de asombro y apasionamiento a un requisito de vida que resulta ser terriblemente molesto para muchos de nosotros; Ir a la escuela.

Después de ir con bajas expectativas a ver esta nueva entrega, debo de reconocer que quedé impresionado por la sobriedad de la dirección y la desenvoltura audiovisual de esta secuela de la precuela que, para ser sincero, me entretuvo bastante. A tal grado que la podría considerar como una de las entregas cinematográficamente más atinadas después de El prisionero de Azkaban (2004) de Alfonso Cuarón, El príncipe Mestizo (2009) de David Yates y El Cáliz de Fuego (2005) de Mike Newell. Sin embargo, el resultado no deja de ser genérico y plagado de un sin número  de confusas vueltas de tuerca que sin duda podrían dejar per-turbados a muchos fanáticos (sobre todo de los libros) haciendo suponer que la franquicia se encuentra en un momento de suma inconsistencia, estaríamos hablando del mismo efecto de cadáver exquisito que hace poco experimentamos  con Star Wars: The Last Jedi solo que en este caso viene de la mano de la propia creadora oficial del universo así como el mismo director David Yates quien se ha encargado de ilustrarlo durante los últimos 11 años.   

La historia es una continuación directa de Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos situada en la Inglaterra y la Norteamérica de los años veinte y continúa los pasos del introvertido investigador y colector de animales mágicos Newt Scamander (si, lo bautizaron Newt como la niña de Aliens) interpretado por el ganador de Oscar Eddie Redmayne quien ahora es contactado por el poderoso mago Albus Dumbledore (ahora rejuvenecido por el rostro de Jude Law) para continuar siguiendo la pista del mago criminal Gellet Grindelwald (el para muchos camaleónico Johnny Depp) quien ha conseguido escapar de la custodia del ministerio norteamericano de magia y ahora ha comenzado a dar inicio a una cruzada global para unir fuerza entre magos y revelarse contra la sociedad Muggle (gente normal sin magia para los que no están familiarizados). Para ejercer esta encomienda Scamander vuelve a reunirse con sus mismos compañeros de su anterior aventura Tina Goldstein (Katherine Waterson) y Queene (Alison Sudol) y Jacob Kowalski (Dan Fogler). Mientras tanto un misterioso dilema moral entre una antigua conocida de Scamander Laeta Lestrange (Zoe Kravitz) y el misterioso huérfano Credence (Ezra Miller) empieza a emerger. Esta nueva hazaña se tornará más como una misión de espionaje detectivesco a la Sherlock Holmes.

En general la película rebosa de une ejecución técnica superior a gran parte de las cintas pasadas. El avance en la vanguardia tecnológica de los efectos digitales es más que notable; los fulminantes destellos de las varitas mágicas y sus efectos cinéticos al levitar y destrozar objetos son de un hiperrealismo abrumador y tanto los animales como las bestias mágicas lucen más tiernos y peludamente exuberantes. También se nota que el director David Yates ha pulidos su maestría en puesta escénica y de cámara después de 5 películas de este universo, particularmente en la secuencia inicial donde Grindelwald secuestra un carruaje judicial y las posteriores escenas donde el nefario mago seduce a otros unirse a su causa. De igual manera se agradece regresar al terreno del colegio Hogwarts y volver apreciar a niños estudiantes, en particular el regreso de la clase de defensa contra los Bogarts (creaturas metafísicas que adquieren la forma del máximo temor de quien las ve) resulta un buen homenaje al sofisticado trabajo que Alfonso Cuarón aportó a la franquicia.

El protagonista Scamaner y el personaje del joven Dumbledore son los únicos a los que se les otorga más dimensión y carisma argumental y escénico, por ejemplo, se explora por fin sin mayores tapujos la tan discutida homosexualidad de Dumbledore, de una forma sutil, esporádica pero que para mi resultó mas efectiva que la actual representación de Freddy Mercury en la cinta Bohemian Rapsody (2018, Brian Synger). El resto del numeroso y variopinto reparto conserva calidad, pero medianamente aprovechada. Sobre todo, en el caso del excéntrico Ezra Miller y la cada vez más publicitada Zoe Kravitz cuyos ambos roles sobrepasan el halo de misterio y son los culpables de plagar la trama de enredos morales sobre el mestizaje entre linajes mágicos que resultan redundantes e innecesariamente complejos. Al igual resulta interesante la aparición de la transformista Nagini una maga con la capacidad convertirse en la serpiente que supuestamente en un futuro próximo será la vasalla del supremo y perverso Lord Voldemort, sin embargo, este rol resulta muy de relleno y solo está ahí para seguir deleitando a la audiencia con efectos especiales de transformación. Para colmo se incluye la aparición de cierto personaje relacionado tanto directa como indirectamente con la primera entrega de la saga de Potter, pero su presencia resulta demasiado caricaturesca, desentonada y fuera de lugar con el panorama general de los personajes. Aun así, resulta sorprendente y gratificante ver a un Johnny Depp menos esquizoide y mucho más contenido, controlado, parsimonioso y economizado en la calidad y no en la cantidad de escenas, aunque hay de admitir que más de la mitad de su funcionalidad en pantalla se debe a la caracterización de su maquillaje, peinados, vestuario y puesta en cámara.  

En resumen, esta no es más que otra “secu-precuela” totalmente innecesaria, que repite una y otra vez los conjuros y las situaciones de la anterior saga, pero eso sí, sin perder el refinamiento y el sentido del espectáculo. Otro producto efectista que continúa la búsqueda de llevar a la popularidad franquicia del mundo mágico de Harry Potter a niveles del universo cinematográfico de Marvel. Su desenlace podría dejar mucha gente anonadada por tergiversar ciertos elementos de la línea argumental de los libros. En mi caso que soy menos apegado a los libros, el ambiguo final me pareció un punto medio apropiado para completar una redonda trilogía (como ocurrió con Star Wars; El Imperio Contraataca), sin embargo, la propia J.K Rowling recientemente ha anunciado que esta apenas es la segunda parte de una saga que tendrá un total de cinco entregas y eso ya me parece demasiado excesivo. Quizá la autora está planeando una vez concluida esta brecha ficticia, llevar acabo un re-boot de la saga entera de Harry Potter corregida y hasta aumentada, pues hace algunos años ella misma declaró que fue un gran error que el heroico y predestinado Harry no acabara por casarse con su ñoña mejor amiga Hermione Granger. En fin, mientras la taquilla continúe exuberante (ya no digamos que los fans se cansen y/o se aburran) tendremos aún más magia Potteriana para rato.


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